ansiedad
He tratado de no dejar entrar en mi vida a una vieja amiga
Llega cuando menos lo espero, sin avisar.
Me entorpece y en ocasiones me hace llorar.
Ha sido parte de mi vida
Intento no escucharla.
En ocasiones no me deja cerrar los ojos al dormir.
Lo que me dice se convierte en ruido
Necesito aprender a ignorarla.
1,2,3 me impide pensar
1,2,3 me hace dudar
Un día quise que hacer las paces.
Intenté comprenderla
Dejé que hablara
Por un momento pensé que podíamos convivir
Abrazar cada uno de sus palabras.
Comencé a volverme valiente.
Tomar lo bueno
Crear un nuevo reto
1,2,3 empecé a escuchar
1,2,3 empecé a bailar
Se volvió un eco
Quise volver a volar.
Me hizo más fuerte
Dejé de dudar
Encontré paz dentro de mi
y en mi alrededor
También en los libros que leo y las letras que escribo
En las calles y en los museos.
Lucho contra ella y conmigo, pero vuelve.
1,2,3 me pongo a respirar
1,2,3 necesito hablar con mi papá
Vuelve cuando desconozco un lugar
o cuando me pierdo al manejar.
Su visita se prolongó cuando vi los edificios temblar
al son de la alarma conocida y terrorífica.
Regresó cuando vi las noticias del desastre
y tomé el primer camino a casa que pude encontrar.
También volvió cuando cuando el amor que pensaba que era para siempre se fue,
cuando él me dejó de hablar y yo no paraba de llorar.
En otras ocasiones, vuelve para recordarme que puedo con esto
y más.
Por eso, cuando mi vieja amiga toca la puerta,
pienso en las veces que no me dejaba dormir.
Ahora solo veo a través de la mirilla
y agradezco cuando quiere saludar
deseando que no vuelva a visitar.
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