Mi 19S
19 Septiembre 2017: El sismo.
Boleto de avión, mochila y cartera, boleto de avión, mochila y cartera, repito una y otra vez mientras salgo de mi departamento del edificio Barbados. Yo sé que el camino del sur de la Ciudad de México hacia el aeropuerto es largo, pero esta vez lo sentí más largo de lo normal.
En mi cabeza escucho los gritos, los ladridos de perros y sobre todo el sonido de la alarma.
Dos horas antes del sismo había sido el simulacro, dos horas antes había quedado con mis amigos de ir a comer a mi departamento. Cosa que nunca hacemos tan temprano, siempre nos damos cita para cenar por la noche, jamás a medio día.
Uso el metro todos los días, ese día caminé con mis amigos a mi departamento. Todo pasa por algo, pero esto me pasó a mi.
Boleto de avión, mochila y cartera. Repito otra vez.
Martes 19 de septiembre y yo salía del edificio rumbo a la escuela. Vestía camisa de rayas rojas con azul, jeans rotos, chaqueta de cuero y tenis negros. Llevaba el cabello suelto. Un martes como cualquier otro en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, salvo que teníamos un simulacro a las 11 de la mañana para conmemorar el terrible terremoto de 1985.
Misma fecha. 32 años después.
Tenía clase de Comunicación Política y Redes Digitales, la maestra encargó un ensayo para el 22 de septiembre, ensayo que ya no pude entregar. Mi siguiente clase, Fundamentos de Mercadotecnia, no tuvo lugar ese día por el simulacro.
Salí para encontrarme con mi amiga ( casi compañera de departamento) Itzel en los jardines digitales de la FCPyS. El simulacro sucedió con calma y con estudiantes en los puntos de reunión color verde. Escuchamos la alarma, "no corro, no empujo", decían algunos.
<<Nos vemos en las Islas, de ahí por las pizzas y vamos a casa de Tere>>
Fue el último mensaje que nos escribimos mis amigos y yo antes de vernos.
Y eso fue justo lo que hicimos, de camino por la comida hablábamos de los planes para el fin de semana, como todos venimos de intercambio tener listo los planes de fin de semana (que empezaban desde el jueves ) era importante, estábamos a martes, el martes 19 de septiembre.
A la 1:15 de la tarde sentimos el suelo moverse.
La alarma sonó al mismo tiempo que sentí como el camino de piedras de estacionamiento que llevaba mi edificio se movía en círculos, pensé que nunca se iba a detener. Con las pizzas, platos y refrescos en las manos, sentimos el mayor terror de todos.
Me quedé sin señal en el celular y yo todo lo que que quería era en marcarle a mi mamá.
Desconozco el tiempo de duración del sismo, a mi se me hizo eterno. Mis amigos y yo no podíamos comunicarnos a casa. Después de que la Tierra se terminó de sacudir, mis amigos y yo sentados en el piso, empezamos a escuchar el bullicio de las ambulancias, carros de policía y de los bomberos.
Nos sentíamos nerviosos, impotentes, pequeños, pero no solos. Nosotros y nuestro alrededor estaba bien, pero no sabíamos cómo se encontraba la ciudad entera. Permanecimos juntos. Eso me dio calma.
Más tarde nos volvió a llegar la señal.
<<Mami, tembló y yo estoy bien >>
Fue el mensaje que le mandé a mi mamá, segundos después me entró la llamada en donde me dijo que intentó marcar sin éxito. Tenía muchas llamadas perdidas de mi papá, mis tíos, muchos mensajes y llamadas de mis amigos, mensajes en Facebook, tweets y hasta mensajes directos por Instagram. Pude comunicarme con cada uno de ellos.
El 19 de septiembre fue un día largo y duro, pero la noche de ese martes ha sido, sin duda, de las noches más pesadas que he tenido. Mis amigos y yo pasamos la noche en mi departamento, con la puerta abierta y los tenis puestos.
Pusimos películas para (tratar) de distraernos. Dormimos poco, o casi nada.
A la mañana siguiente cada quien compró su boleto de regreso a casa.
Boleto de avión, mochila y cartera, nada me hace falta, solo subirme al avión, tomar un vuelo de 1 hora y media a Monterrey para que mi mamá me reciba del otro lado de la puerta con abrazo que dará completa calma. Todo pasa por algo y ahora voy a casa unos días.
19/Septiembre/2018
Hoy son 365 desde que vi a mi País levantarse.
Entre escombros de edificios, los paramédicos, estudiantes, maestros, padres de familia y hasta perritos levantaron a México del desastre que causó más de 400 muertes.
Desconocía la duración del terremoto, un día después cuando ya estaba en casa, me enteré que fue de alrededor de 150 segundos y de magnitud 7.1 en escala Richter, más intenso que el sismo de 1985.
También que el Servicio Sismológico Nacional (SSN) reportó que el sismo fue localizado en el límite estatal entre los estados Puebla y Morelos, a 12 km al sureste de Axochiapan, Morelos y a 120 km de la Ciudad de México.
Por lo que la ayuda llegó muy rápido, me enorgullece pensar en cada persona que hizo el bien para alguien más, cómo auxiliar a un vecino o cuidar de una herida de un compañero. Pude ver de cerca cómo llegó esa ayuda y vi a mis amigos ayudar a otros.
No habían pasado ni 24 horas y la Ciudad de México ya estaban llenas de voluntarios que recorrían las calles, llegaban de cajas de despensa y botiquines, la rapidez de la ayuda comenzó brotar y poco a poco el miedo se volvió fuerza.
Esa fuerza de encontrar a los que no podían comunicarse, de ayudar con una cama a los que se quedaron sin un techo y de salvar vidas.
Levantar el puño en alto fue el acto valiente que dio esperanza.
Las redes sociales fueron un medio para localizar ayuda, me sorprendió lo rápido que se formaron centros de acopios y la manera en que hubo gente que se organizó para verificar edificios dañados y gente perdida.
Más o menos 15 días después, cuando ya regresé a clases, en clase de Comunicación Política y Redes Digitales analizamos el fenómeno de Twitter como medio de difusión al instante y de cómo cuentas como Verificado brindó la información para localizar lo antes mencionado.
Aunque pasé unos días en Monterrey no me sentí ajena a lo que sucedió. Me sentía una extraña en mi propia Ciudad y en mi propio cuarto.
Volver a la Ciudad de México fue como regresar en una página en blanco: No sabía cómo empezar.
Hasta la fecha, alarma que escucho es una alarma que me asusta.
¿Me arrepiento de irme a la Ciudad de México? No, la Ciudad de México lo tiene todo, me dio más días de sol que de lluvia, muchos amigos y me hizo muy valiente.
¿Volvería a la Ciudad de México? Mi respuesta es Si, mil veces si.
![Desde la Torre Lationamericana, Agosto 2017.](https://static.wixstatic.com/media/d7813a_b7ea539986b24425ac27474bea9debb1~mv2.jpg/v1/fill/w_960,h_540,al_c,q_85,enc_auto/d7813a_b7ea539986b24425ac27474bea9debb1~mv2.jpg)